La semana pasada, caminando por la universidad, me encontré un afiche que decía "I Foro Internacional de Filosofía", me paré a chequearlo un momento y me dí cuenta de que Gianni Vattimo era uno de los invitados, junto a otros numerosos nombres desconocidos. Entonces fui poseído por el snobismo: Tenía que ver a mi filosófo superestrella... He de confesar algo, pues ya lo he hecho antes y lo hago permanentemente. Pueden existir millones de literatos talentosos ahí fuera, o dentro, porque tal vez yo llegue a tener talento en algún momento. Pero no tolero lo desconocido en la literatura. Es un agravio al progreso, pero al fin y al cabo, no creo en el progreso. Aunque me parece cruel con las personas talentosas que escriben y publican que no conozco y por eso no leo, es un gesto vil, arrogante y de mente cerrada de mi parte; pero no me da la gana de cambiar por ahora, he intentado leer un par de desconocidos y han sido una mierda.
En fin, Gianni Vattimo, filósofo italiano, estudioso de Nietzsche y de Heidegger, escritor de "Creer que se cree", un libro que me hizo reconsiderar al cristianismo como una forma de vivir posible (claro que no me convenció, pero que carajo). En fin, en la página de Nietzche que está entre los links de este blog, si no me equivoco, deben haber algunos ensayos de Vattimo acerca de mi loco favorito.
Prosiguiendo, Vattimo venía, pero no todo era perfecto, abajo, en una de las esquinas del afiche aparecía la siguiente frase "Venezuela ahora es de todos", con sus respectivos muñequitos tricolores. Ahí lo supe, el anarquismo le había pegado al viejo y se metió a chavista. Bueno, "qué carajo" me dije, "¿qué tan malo puede ser?, Vattimo es de pinga, cínico, crítico, demoledor y carismático, si viene para acá no importa por qué venga, va a conversar con nosotros"
Así, con un pensamiento mucho menos estructurado que el de arriba, me impulsé a decirle a cuanto vago ni-ni-hilista que conociera que me acompañara, y así, con un par de amigos, tan inescrupolosos como yo, fuimos a ver a nuestra estrella, en el auditorio de la UBV.
Entonces, ¿qué les puedo decir queridos lectores y queridas lectoras?, estábamos allí, tres sujetos que no pegaban ni con moco de elefante con el entorno, aunque debo admitir que había una notoria diversidad. Volteaba hacia los lados y veía las miradas cómplices, las miradas que decían "si pajúo, yo tampoco soy chavista pero no te me quedes viendo que nos descubren". Esos no fueron momentos tensos, igual, dentro de lo que muchos de mis amigos y familiares considerarían una clara señal de demencia, creo que los chavistas son seres humanos como cualquier otro, solo que un tal vez demasiado convencidos de algo, y cuando alguien cree en algo con demasiado convencimiento (esto aplica también para los del otro bando, y de cualquier bando convencido de algo) las vainas se ponen feas.
Pasaban los minutos y la vaina no empezaba, así que me fui al stand de Monteavila, me compré un libro de Baudrillard, el primero que me compro de él y empiezo a leerlo mientras la vaina sigue retrasada y me estoy miando del frío porque si algo no ha cambiado en esa vaina ha sido el fukin aire acondicionado, que pareciera que tuviera un pozo de petróleo pa´el solo pa mandate todo el frío encima. Mientras se alargaba la espera congelante, se veía a los ponentes sentados, y uno, como buen fan de filosófo, intentaba adivinar quien coño era su estrella (porque esa es la parte de mi snobismo que raya en lo oscuro, ¡¿cómo carajo tienes un estrella sin imagen?!). Entonces, se tardaron unos minutos más, ni en la UBV existe la puntualidad en este país, y eso que esa vaina era de PDVSA (claro, pero ahora es de todos y todos somos impuntuales), cuando se ve el movimiento, el silencio se aproxima, y comienza la vaina.
Luego de largos minutos de incertidumbre comienza la verdadera tensión, el ponente, que no era otro que el rector de la UBV, se puso a tejer una red de proselitismo discursivo enrevesado, entonces, usando a Foucault, se puso, junto a los suyos en el lugar de las víctimas y de la exclusión, y comenzaba con la retahíla de mierdas que había que recuperar de no sé donde (como la dignidad humana, que nunca ha existido que yo recuerde, ese es el problema de la izquierda en nuestros países, quiere recuperar vainas que no han existido en lugar de inventarlas) y la tensión alcanzó el tope cuando vinieron los aplausos, y un silencio de seis palmas que no sonaban irrumpían en el auditorio como una aguja infectada, tres carajos no aplaudían, ucevistas ellos, y no aplaudíamos, no señor, nosotros sólo aplaudimos cuando nos da la gana! Claro que nada malo pasó, nadie nos miró por mucho rato, aunque si se sentía raro que la gente aplaudiera así como de la nada, cuestiones de identidad.
Hasta que habló Vattimo, luego de varios ponentes, nuestra estrella habló, y nos dijo cosas chéveres, entendí por qué estaba él en ese foro, con tanto izquierdista radical a su alrededor, y lo que dijo se los cuento horita, más tarde, porque me dio hambre.